sábado, 18 de diciembre de 2010

La historia de Jánovas y su pantano

Cuando hace algunos años el Gobierno chino emprendió la construcción de la presa de las Tres Gargantas (la central hidroeléctrica más grande del mundo) muchos de nosotros nos escandalizamos viendo cómo se expropiaba y trasladaba sistemáticamente a millones de personas de sus ciudades de origen a otras construidas ex profeso fuera del alcance de las aguas.

A mucha menor escala, la historia reciente de España está plagada de casos parecidos y olvidados de personas que perdieron su pasado, su vida y buena parte de sus propiedades en nombre del interés común, a cambio de lo que el Estado o sus contratistas les quisieran dar.

Algunos pensarán que esas cosas ocurrían en tiempos de Franco y que en democracia se actúa de otra manera, pero se confunden. Muchas de las injusticias cometidas arbitrariamente por el régimen franquista, fueron refrendadas por los sucesivos gobiernos democráticos hasta la actualidad, lo que demuestra que los derechos individuales cuentan según cómo, dónde y quién.

La injusticia se convierte en flagrante atropello cuando esos proyectos, en los que se gasta a raudales el dinero de los contribuyentes, ni siquiera se llevan a término. Ese es el caso del embalse de Jánovas, una obra mastodóntica proyecta en los años de 1950, que supuso la expropiación y expulsión forzosa de 150 familias de los pueblos de Jánovas, Lavelilla y Lacort, a orillas del río Ara, en Huesca, aunque también se vieron afectados Albella, Ligüerre de Ara, Javierre de Ara, Santa Olaria y Burgasé

Iba a ser un enorme pantano para producir electricidad, pero el Estado obligó a la empresa concesionaria Iberduero (hoy Iberdrola) a destinar parte del agua a los regadíos de la comarca de Monegros. Esta decisión no gustó a la eléctrica porque reducía sus expectativas de beneficios. Sin embargo, finalmente fue aceptada como única manera de contar con los fondos públicos para la construcción de la presa.

A principios de la década de 1960 se iniciaron las expropiaciones y unos años después, ante la negativa de algunos de ellos a marcharse, la empresa empezó a dinamitar las casas vacías sin tomar ninguna medida de seguridad para proteger la integridad de las personas que aún residían en los pueblos, niños entre ellos.

Debido a la prohibición de la inspección provincial de Huesca de clausurar la escuela de Jánovas mientras hubiera niños, la empresa decidió cerrarla por su cuenta y el 4 de febrero de 1966 un operario de Iberduero derribó la puerta, sacó a la maestra de los pelos y a patadas a los niños, que corrieron a refugiarse en sus casas.

La voladura de las viviendas y el cierre de la escuela hicieron imposible seguir viviendo en estos pueblos, pero aún así Iberduero aró los campos, taló los frutales y olivos, destruyó las acequias y finalmente cortó el agua y la luz.

Todos los habitantes tuvieron que marcharse, aunque Emilio Garcés y Francisca Castillo decidieron quedarse y resistir en los años siguientes el duro acoso al que fueron sometidos. En 1984 fueron desahuciados y tuvieron que marcharse, aunque para entonces ni la empresa concesionaria ni el Estado mostraban el menor interés en iniciar las obras. Iberduero seguía sin tener claro si el proyecto le resultaría rentable y el Estado no estaba dispuesto a iniciar las obras por su cuenta.

En 2001, tras años de movilizaciones sociales, demandas judiciales y acciones ecologistas, se elaboró un informe de impacto ambiental del proyecto, cumpliendo así con la nueva normativa europea. El resultado fue negativo, pero el proyecto no quedó desestimado oficialmente hasta 2005.

En junio de 2008 el Ministerio de Medio Ambiente hizo pública la extinción de las concesiones de los saltos hidroeléctricos de Fiscal y Jánovas, en el río Ara, y Escalona-Boltaña, en el río Cinca, definidos en la Orden Ministerial de 28 de marzo de 1951, y "motivada por la imposibilidad de proceder a la ejecución de la presa de Jánovas".

En aquel momento, la Asociación de Afectados por el embalse de Jánovas exigió una reversión justa y calificó de "desatinadas" las declaraciones del presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), José Luis Alonso, en las que aseguraba que los antiguos propietarios expropiados podrían recuperar sus tierras previa devolución del dinero que percibieron con el valor actualizado. Hay que recordar que lo que los propietarios entregaron eran viviendas en buenas condiciones y lo que se les devuelve son ruinas, sin contar los perjuicios ocasionados.

En diciembre de 2008 la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) iniciaba el envío de las solicitudes de reversión a unos 115 afectados y el pasado 4 de mayo terminaba el plazo para la presentación de las señaladas solicitudes, con la admisión a trámite de un total de 105.

Se abre ahora un proceso burocrático con el envío de las solicitudes a Endesa, la actual concesionaria, para su revisión y aceptación. Pero el criterio de la eléctrica queda claro leyendo las declaraciones de Agustín Meseguer, director de producción hidráulica de Endesa, donde, al igual que el presidente de la CHE, afirma que "lo justo" es pagar lo que marca la ley en estos casos, o sea el precio de expropiación actualizado al IPC. Nada dice del maltrato sufrido, ni del estado actual de las edificaciones, ni de los cincuenta años transcurridos sin poder disfrutar de las propiedades. Un extraño sentido de la justicia el de estos señores.

La negativa por parte del Estado y de las empresas implicadas a reconocer su responsabilidad por los daños morales ocasionados a todas estas personas y su intención de resolver el asunto aferrándose, ahora sí, a lo que estipula la ley, demuestra que en sesenta años poco ha cambiado en lo que respecta al respeto de los derechos del ciudadano cuando lo que está en juego son grandes intereses económicos o políticos.

La historia de Jánovas y su embalse está plagada de casos de negligencia y abuso de poder, además de una pésima gestión del dinero público, pero el Estado, en lugar de reconocer sus faltas, dar explicaciones a los contribuyentes e indemnizar a los agraviados, se acoge ahora "a lo que marca la ley" para conseguir que sus socios en "tan magna y prolongada obra" minimicen sus pérdidas.

Libro: Jánovas, víctimas de un pantano de papel.
Video: Jánovas, víctimas de un pantano de papel.

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